La república cubana.
La ocupación norteamericana y la enmienda Platt.
El
10 de diciembre de 1898 se firma en París la paz entre España y EE.UU. El 1 de
enero del año siguiente, la bandera norteamericana sustituye a la española en
Cuba. EE.UU. nombra al general John R. Brooke gobernador de la isla. El nuevo
gobernador divide el gobierno en cuatro secretarías: Estado y Gobernación,
Hacienda, Justicia e Instrucción Pública y, por último, Agricultura,
Comercio, Industria y Obras Públicas.
La Habana hizo un gran recibimiento a Máximo Gómez y a su ejército, que los nuevos amos se encargaron de que fuera rápidamente licenciado. El país estaba completamente arruinado, y muchos cubanos deseaban que los norteamericanos dejasen a los cubanos con su propio gobierno. En 1900, Brooke es sustituido por Leonard Wood. En 1901, una asamblea constituyente elabora el texto de una Constitución.
En este mismo año el Congreso estadounidense acepta retirar la ocupación militar a cambio de que se les dé garantías de que el gobierno autónomo respete los intereses norteamericanos en la isla, y esta siga siendo un protectorado. Por ello, se redacta en Washington la enmienda Platt con el objetivo de que sea incluida como anexo a la Constitución cubana. Esta enmienda consta de ocho cláusulas de obligado cumplimiento por parte de la república de Cuba, que facultan a EE.UU. a supervisar la política internacional, la economía y los asuntos internos de Cuba, así como el establecimiento de una base naval en Guantánamo. Confería también a EE.UU. derecho de veto en asuntos comerciales o pactos de préstamo con terceros países. Asimismo, EE.UU. se reserva el derecho a intervenir militarmente en caso de ver amenazados sus intereses (derecho del que hará uso en varias ocasiones, como veremos más adelante).
La República independiente: resumen histórico.
El presidente Gerardo Machado. |
1902 es el año en el que, teóricamente, empieza la independencia de Cuba, aunque esto es sólo una apariencia ya que EE.UU. mantiene un férreo control sobre esta joven república. En unas elecciones organizadas a instancias de los norteamericanos es elegido presidente Tomás Estrada Palma. El estado de dependencia económica frente a EE.UU. se acentuó notablemente en los primeros años de la república. El intento por parte de Estrada Palma de ser reelegido da origen a una serie de graves incidentes que acaban con una segunda intervención militar estadounidense, que nuevamente mantendrá la isla bajo un gobierno militar entre 1906 y 1909.
En 1912 se produce un acontecimiento de importancia, la Revuelta Negra, en la que la población afrocubana (muchos de ellos valerosos ex-combatientes de las guerras de independencia de finales del s. XIX) se subleva al percatarse del trato denigrante y discriminatorio que les reserva la nueva República. La gota que colmó el vaso fue la prohibición del partido político que intentaban formar los negros. El general Monteagudo requirió una vez más de la ayuda de los marines norteamericanos para poner fin a la revuelta. Fueron masacrados más de 3000 afrocubanos y el racismo quedó definitivamente arraigado como una lacra más en la República cubana.
Presidentes de Cuba: 1902-1906: Tomás Estrada Palma. 1906-1909: Intervención norteamericana. 1909-1912: José Miguel Gómez. 1912-1920: Mario García Menocal. 1920-1924: Alfredo Zayas. 1924-1933: Gerardo Machado. 1933: Carlos Manuel Céspedes y Quesada. 1933: Pentarquía (junta de cinco miembros) 1933-1934: Ramón Grau San Martín. 1934: Carlos Mendieta. 1935: José A. Barnet. 1936: Miguel Mariano Gómez. 1936-1939: Federico Laredo Bru. 1940-1944: Fulgencio Batista. 1944-1948: Ramón Grau San Martín. 1948-1952: Carlos Prío Socarrás. 1952-1958: Fulgencio Batista. 1959: Manuel Urrutia. 1959: Osvaldo Dorticós. |
Finalmente, el ideal de independencia que inspiró a los héroes nacionalistas de antaño quedaba frustrado por el dominio de EE.UU. y la implantación de un gobierno títere que no hacía otra cosa que defender los intereses de éste, y ninguna de las reformas sociales predicadas por José Martí llegó tan siquiera a plantearse. A partir de 1913, el general Mario García Menocal llegó al gobierno, y pretende perpetuar su mandato, para lo cual en 1917 recurrió al fraude electoral, provocando una sublevación de los liberales encabezada por José Miguel Gómez (veterano de la guerra de independencia), conocida como la "Chambelona". Nuevamente, los norteamericanos intervinieron militarmente para sofocar la insurrección de Gómez.
Desde el principio de esta etapa la economía del país quedó circunscrita al monocultivo de la caña de azúcar, cuya producción estaba mayormente en manos de los norteamericanos, que poseyendo la mitad de los ingenios azucareros, y gracias a la aplicación de recursos tecnológicos muy superiores, producían el 70% del azúcar de la isla. Esta situación abortó cualquier tentativa de desarrollo tecnológico o diversificación en los medios de producción, todo lo cual reforzaba aún más la fragilidad y el estado de dependencia económica de Cuba.
A raíz de la Primera Guerra Mundial se producen severas crisis económicas (destacables las de 1920-1921 y 1929-1933), que unidas a la inmigración masiva hacia la isla, provocaron que la pobreza y el desempleo se adueñaran de la población. Estas crisis provocaron que los conservadores fuesen sustituidos en el gobierno por el
Batista en uno de sus numeritos. |
liberal Gerardo Machado, cuyo gobierno degeneró en dictadura y fue derribado por un golpe de estado (1933), en el que tomó parte activa el sargento Fulgencio Batista, futuro dictador de Cuba. Se estableció una junta provisional de gobierno (pentarquía), que fue sustituida, a instancias de Batista, por Grau San Martín como presidente (que duró tan solo cuatro meses en la presidencia debido a su intento de abolir unilateralmente la enmienda Platt). Batista, que a partir de este momento pasó a ser el hombre de confianza de EE.UU. (fue ascendido a coronel), exigió la dimisión de Grau San Martín y patrocinó la elección de Carlos Mendieta. EE.UU, viendo sus intereses asegurados con Fulgencio Batista dirigiendo la república desde detrás del telón, derogó la enmienda Platt (a excepción de la cláusula relativa a la base de Guantánamo), a cambio de un tratado de comercio que puso el mercado en sus manos. El mismo Batista fue elegido presidente en 1940, que aparentemente en esta ocasión respeta las normas. El Partido Comunista de Cuba (PCC) fundado en 1925 e ilegalizado por Machado, volvió a la legalidad e incluso algunos de sus líderes llegaron a ser ministros de Batista. Batista fue reemplazado en las elecciones de 1944 por Grau San Martín, y en 1948 llegó al poder Prío Socarrás, líder de una coalición de partidos de izquierda, que no pudo acabar su mandato a causa del golpe de estado de 1952, que condujo el general Fulgencio Batista. Esta vez, Batista disolvió los partidos políticos, suspendió la Constitución de 1940 y sometió el país a dictadura, gobierno que desde Washington se apresuró a reconocer el presidente Trumann. Se inició así una etapa de decadencia donde termina de desaparecer todo atisbo de moralidad y justicia, y el gobierno cometió todo tipo de abusos y medidas represivas, que no finalizaron hasta la llegada de Castro y sus revolucionarios, que vinieron a imponer el orden y la justicia, hecho que acuñó la famosa frase: "Llegó el Comandante y mandó a parar...", que hace alusión al estado de corrupción y decadencia moral que se adueñó de La Habana en los últimos días de la dictadura de Batista.
El despertar de la conciencia nacional.
Después de un largo período en el que los acontecimientos parecían haber acabado con los ideales de independencia y justicia social que inspiraron las guerras del s. XIX, durante el gobierno de Alfredo Zayas se produjo un fenómeno conocido como el "despertar de la conciencia nacional". Una nueva generación, libre de ataduras con el pasado, adquirió conciencia de la situación injusta en la que estaba sumido el país y empezaron a surgir movimientos de protesta. La primera manifestación de esta corriente fué la llamada Protesta de los Trece, encabezada por Rubén Martínez Villena, que condenaba y rechazaba de forma categórica la corrupción del gobierno. Efectivamente, desde la ocupación norteamericana de principios de siglo el panorama político de la nueva República había contado solamente con todo tipo de personajes corruptos (empezando por el propio EE.UU, cuya actuación motivó que el escritor Mark Twain escribiera que "las barras y las estrellas deberían ser sustituidas por huesos cruzados y una calavera).
Un pequeño grupo de patriotas creó el movimiento estudiantil de la reforma Universitaria en 1923 (un año antes, en diciembre, se creó la Federación Estudiantil Universitaria, FEU). Se destacó como líder Julio Antonio Mella, de orientación marxista y martiana. A ello siguieron la fundación de la Liga Antiimperialista, la Universidad Popular José Martí para obreros, y otras organizaciones de similar orientación. En agosto de 1925 nacen la Confederación Obrera de Cuba y el Partido Comunista, fundado por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, entre otros.
Mafia y decadencia en la era de B atista.
Meyer Lansky, el "Padrino judío". |
Durante la República, La Habana se fue convirtiendo en un auténtico paraíso para quienes iban en busca de alcohol, drogas y prostitución barata. Esta tendencia se acentúa notablemente con la instauración en EE.UU. de la famosa "Ley Seca" (1919-1933). Los hombres de negocios y los magnates de la industria cinematográfica de los EE.UU. acudían a La Habana en busca de placer y diversión. Nada más llegar al aeropuerto tenían opción a elegir chica de compañía para el fin de semana a partir de fotos que les mostraban allí mismo. El gobierno de Machado primero y luego Batista y sus presidentes títere aceptaron de buen grado esta situación, que les proporcionaba sustanciosos ingresos extras.
Y, como era de esperar en una ciudad donde se podían obtener grandes fortunas a través del juego, el alcohol, las drogas y la prostitución, a la mafia estadounidense le faltó tiempo para hacerse con el control de la situación. Meyer Lansky, el poderoso capo mafioso (a quien apodaban "el Padrino judío" y que era el líder del sindicato criminal de EE.UU.) organizó en La Habana una reunión de mafiosos, en 1946, a la que acudieron relevantes "figuras" (invitado de honor para la ocasión fue Lucky Luciano) desde Nueva York, Nueva jersey, Tampa, Chicago y Nueva Orleans.
El sindicato del crimen se formó a raíz de la unión de las principales familias de la mafia, que habían rivalizado abiertamente durante la década de los 30. La mafia se establece en Cuba durante la ley seca, y allí encuentran un refugio legal donde el gobierno corrupto les permite llevar a cabo sus actividades a cambio de participar de los beneficios. Meyer Lansky afianza su situación cuando el mismo Batista le invita a hacerse cargo de la red de casinos y salas de juego de La Habana. Lansky trajo para ello su propio personal y consiguió poner orden en estos locales que prosperaron y se construyeron más. Así La Habana siguió siendo un paraíso para el delincuentes y buscadores de placer, donde desfilaban las grandes figuras del espectáculo y los negocios norteamericanos. En 1946 acude Frank Sinatra para cantar, acompañado de dos primos de Al Capone y con una pitillera de oro como presente para Lansky.
La situación se escapaba poco a poco del control gubernamental y al retomar el poder en 1952, Batista nombra a Meyer Lansky su asesor personal en la reforma del sector lúdico, con el objetivo de "limpiar" La Habana de delincuentes comunes (como ya hiciera en 1930) y convertirla en una especie de Monte Carlo a la cubana. Irónicamente, el control de la mafia permitió que se regularan los juegos y que los tahúres y estafadores fueran "retirados" de la escena. En este segundo mandato de Batista la corrupción alcanzó sus cotas más elevadas, y la policía secreta no era otra cosa que una banda de matones a sueldo del propio Batista dedicados a la persecución y captura de rivales y opositores políticos. Los cuerpos de los disidentes torturados eran expuestos públicamente en las calles como advertencia.
El lujo y la opulencia de los centros lúdicos de la Habana contrastaba tristemente con la realidad del pueblo cubano, que vivía inmerso en niveles de insoportables de pobreza y desempleo, que lo hacían propenso a la explotación. La situación al final de este período era vergonzosa: la economía cubana adolecía una terrible dependencia del monocultivo de caña de azúcar, en un país en el que el 8% de la población poseía el 70% de la riqueza. Y, por si fuera poco, los EE.UU. era un auténtico parásito que controlaba el 90% de los servicios públicos y el 40% de la industria azucarera. Mucho se ha dicho sobre la siguiente etapa en el devenir histórico de Cuba, pero lo que sí nadie puede negar es que la Revolución de Fidel rescató a Cuba del infierno.